CARACTERÍSTICAS DE LOS HIJOS - SUGERENCIAS


   En esta oportunidad les estaré hablando de los varones porque aún no tengo hijas, y es que los varones tienen una característica que los lleva a una inclinación natural para hacer líos, burlarse de los hermanos, correr a toda velocidad por la casa y desafiar cada decisión u orden que se les interponga en el camino. Por ello, es indispensable y muy importante mantenerlos ocupados, que esas mentes y manos estén haciendo algo, créanme! Serán muy beneficiados por ello.

   Les hago esta sugerencia de manera muy razonable que trata sobre ayudarlos a descargar el exceso de energía haciéndolos participar en actividades como el futbol, el karate, el baloncesto, bailar trompo, jugar metras o canicas, y todas aquellas actividades donde el correr, reír, dar volteretas y gritos sean aceptables.

   Una vez, siendo un padre novato, me percaté que el exceso de protección sobre mi hijo y el encierro en casa, le estaban restringiendo esa descarga elemental del exceso de energía la cual él como todo niño quería expulsar obviamente, pero en este caso, dentro del poco espacio donde estaba, por ello, ese día decidí llevarlo al Parque Del Este (Ubicado en el Municipio Sucre del Área Metropolitana de Caracas en Venezuela, es uno de los más importantes de la ciudad con un total de 82 hectáreas de superficie), con su hermano y su prima Verónica, al llegar al lugar, no se lo imaginan pero…
  
   Solo quiso quedarse sentado y no quería jugar futbol, ya no quería correr, no quería lanzar la pelota, no quería jugar al frisbee, y vaya que había mucho espacio para hacerlo!, pero era como si se le habían agotado las baterías y yo una vez más como un padre novato quedé petrificado y muy frustrado.

   Durante el regreso a casa, mientras conducía recordaba cuando mi papá le decía a mi mamá con respecto a mis hermanos y a mí cuando estábamos pequeños: “Deja que esos muchachos salgan, déjalos que se caigan, que se raspen las rodillas, tienes que soltarlos al aire libre para que pierdan el miedo”. Algo que al cierto tiempo hice, como un experimento, y cuando tenía oportunidad dejaba a mi hijo salir a las adyacencias de mi casa, en esos primeros días jugaba sólo, a escasos metros de la puerta, cosa que con el tiempo ya no era así, inclusive posteriormente me tenía que poner los zapatos para recorrer todo el sector a fin de ubicar dónde estaba jugando mi hijo. Su actitud era otra, se notaba independiente, con buena autoestima, más expresivo y directo con las cosas que necesitaba o las que le interesaba, y esto con el paso del tiempo fue muy beneficioso para su desarrollo.

   Hay otra característica que estoy seguro se deben haber dado cuenta. Los hijos la mayor parte del tiempo no escuchan. Tienen una notable habilidad para ignorar todo lo que no les interesa. Lamentablemente, los hijos utilizan esta misma habilidad para ignorar a sus padres. Sinceramente no escuchan las palabras que se vierten en sus oídos. Tanto fue así para mí, que con uno de mis hijos llegamos a creer que presentaba deficiencia auditiva y por ello, decidimos llevarlo al médico, quien lo refirió para hacerle un examen para medir su audición (La audiometría se refiere a la medición de la capacidad de cada oído de percibir las vibraciones de diversas bandas del espectro audible), luego de realizar esta evaluación se determinó que posee una audición perfecta, y con una explicación simple ante su reacción al no escuchar las palabras emitidas: “Sólo escucha lo que le conviene e ignora el resto, y eso incluye lo que diga mami o papi”. Por eso recomiendo que, en la posición de padres se acerquen a sus hijos y los toquen (sentido del tacto) con una mirada fija (contacto visual) si desean captar su atención, sólo así los escucharán.

   Mi hijo mayor ya tiene 16 años de edad, y con la experiencia que he tenido con él y sus hermanos, reconozco que los hijos siendo muy pequeños, desde que están de brazos, hasta cuando comienzan a mudar sus dientes, es muy placentero tenerlos, realmente se les disfruta muchísimo, cada uno con sus personalidades, con cada monería, con cada espontaneidad de afecto, es lo máximo! Ahora que van creciendo; la edad de diez años es una etapa agradable para la mayoría del tiempo, donde la cooperación y la obediencia se encuentran en su punto máximo. Pero luego de esto, nunca volverá a ser igual. 
  
Cuando llegan a los once años de edad, adoptan incorporar otra característica donde se vuelven irritables y ariscos. Sacan de quicio a sus padres. Pero, esto significa que la testosterona está comenzando a fluir y el periodo de gran agitación de la adolescencia se encuentra en camino. Luego vienen los doce, trece y catorce años de edad, los cuales son bien fuertes. Estos muchachos son realmente muy difíciles de entender.

   Sinceramente, considero que ellos alcanzan la masculinidad y la madurez cuando aniquilan la relación con los padres. Mi recomendación es que usted debe tener más paciencia y comprender que esto es una cuestión hormonal y sucede en las mejores familias.

   Para concluir, hay que reconocer que las familias traen estabilidad y salud mental a los niños y adolescentes. ¿Cuantas veces haremos el esfuerzo? ¿Cuántas veces les perdonaremos y daremos otra oportunidad? TODAS LAS VECES QUE SEAN POSIBLES!

RELATO SOBRE LA EXPERIENCIA DE SER PADRE – RELACIÓN PADRES E HIJOS

 


   Ser padres no es nada sencillo, no se tiene una preparación previa antes de serlo. Cuando somos padres la vida con ellos se vuelve ensayo y error. Nos sumergimos en un mundo infinito de experiencias espontaneas que en muchos casos nos obligan a tener mucha paciencia. Tener paciencia es indispensable para afrontar muchas cosas en el cumplimiento del rol de padres. Y por ello es importante saber y reconocer antes que nada… ¿Qué es la paciencia? es la búsqueda consciente de esperar, tener calma, equilibrar la mente, las emociones, es la perseverancia hacia una meta, perseverancia ante las pruebas, o una expectante espera por el cumplimiento de una promesa. La paciencia genera fe, esperanza, confianza, tolerancia, razonamiento lógico y buenas decisiones.

   Cuando estamos en calma, llevando nuestras vidas sin apuro, nuestra vida cotidiana se torna más amable y llena de posibilidades. Por otro lado, es importante entender, que hay un tiempo y un lugar para cada cosa, y que en la medida en que logramos comprenderlo, podemos organizar de una mejor manera nuestro tiempo y agenda. Cuando nos armamos de paciencia, somos capaces de afrontar las dificultades y en el tiempo de espera de cada proceso podemos reconocer de una forma más constructiva y positiva la oportunidad para dar lo mejor de cada uno de nosotros cuando llegue el momento como parte de nuestro aprendizaje.

   Cuando tenía 12 años mi papá, me llevaba muy seguido de pesca y aunque podía durar horas en el bote en medio del silencio, sintiendo los latidos de mi corazón, escuchando mi respiración y entre mis dedos el vibrar del nylon por cuanto la carnada era mordida por los peces, nunca pesqué nada, ja,ja,ja, Lo cierto es que al pasar el tiempo ya siendo adulto siempre me preguntaba ante tantas pruebas y adversidades de la vida, ¿Cómo era posible que tuviera tanta paciencia? Y en retrospectiva pude saber que, este ejercicio que hacia cada vez que mi papá me llevaba de pesca me llevó a incorporar a la paciencia como parte de mi ser. Claramente, la paciencia no se desarrolla de la noche a la mañana en la vida de una persona, pero es una actitud que nos enseña a estar en paz con nosotros mismos y con los demás…

    Estando llenos de paciencia reconocemos que el rol de padre solamente construye, nunca destruye. Ser padre representa la creación y la vida. Espero que mis hijos, cuando me haya ido de este mundo, me recuerden no por mis títulos académicos y logros profesionales, sino por mi actuación en el hogar. Donde he buscado a pesar de todo, ser un buen ejemplo, evitando tener malos hábitos ni vicios, hoy en día me genera puntos a favor el hecho de no incurrir en ninguna cosa incorrecta frente a ellos, porque moralmente no les doy excusas, y puedo hacer reclamos sin ser señalado por ellos mismos, por ejemplo; no fumo, no bebo licor, no participo en juegos azar, mi trato con toda persona es basada en el respeto indiferentemente de quien sea o como sea la otra persona, siempre saludo, doy los buenos días, las buenas tardes, las buenas noches, hago correctamente y constantemente el uso de las palabras mágicas “por favor” y “gracias”, mi actitud es la búsqueda para ser un buen reflejo con cada uno de ellos. Eso es exactamente lo que yo siento con respecto a mis hijos.

   Algo que puedo decir con toda seguridad según mi propia experiencia de vida, es que, los hijos varones tienen la capacidad de frustrar e irritar a sus padres hasta los límites máximos. Dejan nuestras herramientas fuera de lugar o dejan desordenadas todas las cosas de la casa, se comen todo lo que hay en la nevera y la alacena, dejan la ropa sucia en todas partes, luego de comer dejan sus platos o utensilios de cocina sin lavar, si derraman algo lo dejan así, usan el baño y no bajan la palanca. Muchos de ellos son impertinentes, irresponsables y difíciles de manejar. O hacen cosas que no tienen ningún sentido para la mente racional.

    Ser padre significa que durante mucho tiempo se ha de tener buena memoria para recordarles a nuestros hijos que, ellos no llegaron por si solos hasta la edad que tienen, que siempre han sido dependientes de sus padres. Además de hacer mención sobre esas actitudes y cosas que hayan hecho para que tengan empatía sobre todo lo que se les ha soportado.

   A mí me ha tocado recordarles que cuando estaban pequeños, uno de ellos casi se electrocuta al introducir las llaves en el conector de electricidad que esta empotrado en la pared, ni hablar de la cantidad de jarrones de cerámica que han roto, el televisor que cayó al suelo por sus impericias, las lámparas de techo rotas por hacer malabarismos dentro de la casa, los teléfonos dañados o extraviados, los pantalones escolares rasgados por lanzarse por una pendiente de concreto, y un sin fin de circunstancias más que de seguir creo que este post debería tener otro título.

   Por supuesto, nosotros, los padres, no debiéramos quejarnos. Una vez, nosotros fuimos muchachos que volvimos locos a nuestros padres, así que tendríamos que aflojarles un poco la cuerda. A pesar de todos los desafíos asociados con la crianza de un hijo revoltoso, uno de los privilegios más grandes en la vida es tener a uno de estos que lo abrace y le diga: “Te amo, papá”.